lunes, 2 de marzo de 2009

Tiza On Tour (23-II-09)



Es obvio que no eres músico, pero también que un nombre como Tiza on Tour remite a las giras de conciertos, que siempre has tenido la música en tus miras, y que tu práctica con los murales de tiza tiene a la improvisación musical si no como referente directo, sí como análoga más que posible, casi obligada. Por esto, creo que no me salgo del tema al incluirte aquí.

Estuve el día 23, este lunes, en la primera jornada de este primer Tiza on Tour del que, vida obliga, me tuve que perder las restantes. Valga decir, para quienes no lo sepan, que en él te dedicas a pintar murales de tiza en las paredes, o bien otros espacios como por ejemplo armarios, de quien lo pida, a cambio del viaje y la comida y no sé si al final “la voluntad”. En este caso, se trataba de una pared bien amplia al fondo de una bonita habitación rectangular, en el lado contrario al de la ventana.

Si pienso en música es por el recuerdo que me vino a la mente de las escuchas de Derek Bailey, de la construcción de un movimiento abstracto en directo, no planeado pero sí fruto de mucho entrenamiento- ¿tendrías que plantearte calentar antes de cada sesión?-, observar ese movimiento en directo de formas abstractas construyendo una imagen igualmente abstracta. Aquel tiene la afinación, el timbre, el ritmo, la forma de pulsar las cuerdas (o pellizcar, o golpear…), el volumen, obviamente también el silencio… tu vocabulario, al menos en los murales, es igualmente reducido, no tiene color ni figuración así como Bailey no tiene melodía, abarca líneas, casi nunca rectas, y círculos. Tenemos el trazo, el grosor, la longitud, y lógicamente la forma. Está también lo que no es línea, el negro, el espacio vacío (tu obsesión creciente,) y su contrario, las superficies que decides cubrir de blanco.

Bailey siempre trató el tema de la conveniencia o no de grabar las improvisaciones. Trasladado a tu caso, es como si la improvisación se grabase, pero por un tiempo limitado, pues estos murales no son imperecederos, no has encontrado la forma de fijar la tiza de forma permanente y, además, intuyo que no te has tomado demasiadas molestias en averiguarlo. En la conversación que tuvimos más tarde, vi claro que un mural es para ti un concierto: un momento, una cristalización determinada de un trabajo que puede salir mejor o peor, más cercana o no a lo que buscas, un cd grabado para solo una persona. Tu trabajo aquel día fue excelente pero no encajaba con esa búsqueda que últimamente te guía o acaso obsesiona y no acabas de enfilar, si bien la sabes explicar perfectamente. Fue un experimento, una prueba en directo, un lanzamiento al vacío como toda improvisación, hecha ya la mano, hecha la mente, hechos tantos dibujos, lanzarse a intentarlo en directo y sin la vuelta atrás posible de los dibujos privados que uno puede tirar a la basura. Es una tentativa, que no se tira si no sale en la dirección deseada, pero que se deja con la tranquilidad de saber que, tarde o temprano, desaparecerá.

También: no solo pensé en música sino en cine, una película abstracta donde uno puede ver el movimiento de las líneas que se trazan sobre el fondo oscuro, que se relacionan gestando formas seminales que luego se concretan con contornos, volumen, nuevas formas añadidas, detalles minúsculos, engrosamiento de líneas… espacios que se articulan y rearticulan, y todo eso… en el tiempo, eso de lo que la obra ya carecerá para siempre. Un cuadro puede producir una imagen alusiva del tiempo, la pintura en directo ofrece el tiempo de producción de ese tiempo falso, el tiempo de la producción…

La pintura en directo es ya cosa conocida, pero encima le añades el “on tour”, que te acaba de convertir en músico, tal vez incluso en “showman”, y pintas las paredes de los amigos mientras charlas con ellos y escucháis música… siempre has tenido un hambre desmitificadora en la acepción menos petulante del término que con esta idea cristaliza en sesiones recogidas, hasta íntimas, donde la pintura es interrumpida por los amigos que pasan a saludar, y luego queda ahí, en un cuarto, encima de una cama, y que dentro de varios años irá desapareciendo, y acabará en la basura, como una cartulina manchada alguna vez por accidente. En mi corto sobre la inauguración de tu expo, Recuerdos de una exposición, verás que trato de representar esta idea, que me resulta coherente con el carácter precario y evanescente de muchas de tus “construcciones”, y a la vez rebelde con esa otra dimensión de este trabajo en tiza que es la irreversibilidad, que no puedes borrar, no puedes corregir…

Como a mi siempre me ha resultado útil plantear el estudio de la puesta en escena en el cine como el intento de ver cómo el director ha intentado resolver determinado(s) problema(s), no puedo evitar acordarme del cine, como ya dije, ante estas “actuaciones” tuyas, porque una línea es una determinación del espacio que hay que resolver, con otras líneas, en busca de una forma que finalmente deje de presentar tantos problemas (o llegue, por fin, a la materialización de ese problema que prefieres no resolver). Ver esas formas provisionales que surgen, algo tan poco propio de un arte tan inmóvil, al menos en comparación con el cine, como es la pintura, me hace pensar en una suerte de “cine expandido”, pero claro, tan expandido que no hay pantalla, ni proyector, ni nada…

Para finalizar: intuyo que las actuaciones puras y duras, con música en directo y todo, me gustarán menos que lo de este lunes, porque esto no fue realmente una actuación: fue realmente asistir al trabajo de pintar en directo, de cerca, en unas circunstancias especiales que espero más o menos haber descrito. Pero te aseguro que espero equivocarme.

No hay comentarios: