miércoles, 14 de enero de 2009

Acid Mothers Temple & The Melting Paraiso U.F.O.- 41st century splendid man returns


Un golpe de guitarra española, como si fuese a cantar Camarón, un grito de mujer con reverb, y a liarla: ritmo obsesivo de bajo, batería y guitarra, sonidos electrónicos rollo espacial y los gritos de Cotton Casino entremezclándose en ese espacio sónico y volátil, ese magma estratosférico, atmosférico, psicodélico y… supercalifragilísticoespialidoso tan propio de los Acid Mothers Temple. Así empieza este disco. Y entre todos los que van teniendo ya, porque todos los años sacan varias cosas, de los que llevo oyendo éste es tal vez uno de los que más me gustan, no me preguntes por qué. Como aquí en Madrid no tengo casi modo de pararme a escuchar música, noto enseguida cuándo algo me gusta particularmente, porque me para pronto y me obliga a insistir en la escucha. Tal vez, ya sabes, porque me gustan mucho los cambios y las variaciones, este disco me cae bien: empieza enérgico, luego tiene un largo momento ambiental, luego levanta de nuevo, acaba menos guitarrero pero igual de obsesivo… na, no es por eso, pero es un factor.

Hay algo extraño en algunos japoneses, hacen cosas ahora que se inspiran con toda claridad en la música que se hacía por estos rincones del mundo hace mucho tiempo, pero que tienen una contundencia, una energía y hasta un sentido del riesgo que entonces no estaba, o lo estaba de otra forma, tal vez más mesurada. Gente como Makoto o Tatsuya, por poner dos ejemplos. Estos Acid Mothers Temple parecen arrancar del final del Freak out de Zappa o las improvisaciones de Pink Floyd. Al tiempo, Zappa se inspiraba en Varèse y a Barrett, por lo que tengo entendido, le encantaba Derek Bailey, que ya por aquel entonces tocaba en Londres. Y si vas al blog de Makoto verás por allá música medieval, folk psicodélico, Terry Riley, Stockhausen, psicodelia italiana, easy listening, “jazz malo”… Siempre me han caído bien los diccionarios y los compendios, y Acid Mothers Temple son precisamente como un compendio de todo lo que en algún momento se codeó con la psicodelia, sabiendo ya que en lo que uno piensa al oír la palabra “psicodelia” no es tanto en las canciones como en aquellas locuras que a través del sonido- y tal vez alguna palabra- te llevan a espacios no solo desconocidos sino además inimaginables, pues el sonido excede por naturaleza el contorno de toda imagen, figuración y hasta idea (no en vano a Kant no le gustaba mucho la música, pero de eso te hablaré otro día, que te vas a partir).

En un texto de su blog sobre Franco Battiato, dice Makoto que desconoce su época pop, que al parecer sus letras eran extrañas pero que es que él no está interesado en palabras, solo sonidos. Es clarificador, Acid Mothers Temple hacen discos que avanzan desde lo que en los de Grateful Dead y tantos otros era excepción: los arranques improvisatorios, la creación de atmósferas sonoras, oníricas, la exploración del sonido, en suma. Hay elementos referenciales en los Acid Mothers Temple, sonidos que refieren la época, por ejemplo los electrónicos, pero más allá de eso se lanzan de lleno a la creación de esos espacios sónicos y de ahí no se bajan. Pueden ser más tranquilos o virulentos, pueden crear bellos paisajes o descargas eléctricas virulentas, o caos informes repletos de ruido y locura, divertidos o simplemente trastornados. En cualquier caso, sus discos son todos una locura, y verles en directo una experiencia casi religiosa, pura hipnosis, pero llena de sentido del humor (Tsuyama Atsushi y Makoto son unos histriones de primera fila). Me gusta lo que dices del componente deshumanizado y cómico que hace a las cosas más humanas aún. La coña de los Acid en directo, el humor de las carpetas de muchos de sus cds, creo yo que incrementa el grado de locura y con ello la atmósfera onírica, las ganas de dejarse ir con la propuesta. No va en su contra, en definitiva. Conocí una vez a unos gilipollas que se quejaban del rollo casero de los Melvins, que salían en fotos haciendo una barbacoa, etc. Personalmente, eso hace que me ría menos de ellos cuando empiezan a meter caña. Con los Acid, cuando Makoto empieza a desgañitarse y tirarse por los suelos metiendo leña con la guitarra, yo me parto de risa, pero puedo hacerlo a la vez que siento lo maravilloso de la propuesta, y acaso lo sienta más gracias a esa risa, tal vez porque “maravilloso” era la palabra, para los surrealistas, que retrataba ese sentimiento que en cierto modo retrotrae a la infancia, no de forma nostálgica sino recreando ese ímpetu inventivo, productivo (joder, parece que todos los adjetivos me riman hoy), juguetón. Los grupos psicodélicos originales, podríamos sacar de aquí entonces, eran demasiado serios. Los Acid son igual de serios tocando, pero hacen muy presente la dimensión de juego que hay en la producción de algo tan loco, tan libre y tan lleno de posibilidades, por ser música, por ser inagotable, por tocar lo que uno siente y le sale de las narices. Esa comedia, entonces, no es ironía (la más miserable de las risas, para mí), sino profundización en la verdad de lo que uno hace o, sin necesidad de meter verdades o esencias de por medio, reivindicación de un tipo de libertad y de placer que cada vez se reclama menos.

Es un buen grupo para haberlo conocido de adolescentes, ya que estamos. Yo ni siquiera lo conocía hace un año. Su primer disco parece datar de 1996. Yo tenía 17-18 años entonces, escuchaba a Mr. Bungle, John Zorn, Primus, Ornette Coleman… Y yo a eso le llamo adolescencia, o sea, estaba en el instituto. Si tú no escuchaste música hasta que te fuiste de Santander, como dices, ¿qué escuchabas? Me intriga. Antes de 1995, donde di el cambio, lo mío era:

- Pixies
- The Velvet Underground (y, off course, Lou Reed, especialmente el de Berlin)
- The Stooges
- Pink Floyd
- King Crimson

Estos son los básicos que puedo recordar ahora. Un Top Five. En el 95 cambió todo, pero esa es otra historia. ¿Qué coño escuchabas tú cuando tenías mi edad entonces, es decir, 16-17 años? Un dos tres, responda otra vez.

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